viernes, 26 de diciembre de 2025

El terror de los Estados Unidos ante Venezuela

La desesperación de los Estados Unidos frente a Venezuela es de película. Como país espectacular, quisiera, por cierto, que esa película no fuera hollywoodense. Pero es un hecho que no puede escapar ni a su apocalíptico destino ni a su escandalosa condición.
Su energía convencional depende del petróleo venezolano en gran medida. Lo dicen las refinerías llenas de polvo de la Costa del Golfo de México (Texas, Luisiana), donde Chevron, Valero y Phillips 66 instalaron una infraestructura histórica de procesamiento de petróleo específicamente venezolano, amargo y pesado. Concibieron una relación energética con Venezuela hasta el final de los tiempos.
De allí el llanto y la imploración tras bastidores del imperio, que no se atreve a reconocer en público su desesperante necesidad frente a un país pequeño, so pena de parecer débil ante el mundo, no se diga ya frente a sus multipolares rivales chinos y rusos.  En su lugar, como más cree convenir a una potencia militar, prefiere disfrazar el lastimero bochorno con la piratería y el robo del petróleo bolivariano en los mares. Un imperio no mendiga; roba y asesina.
Ese petróleo amargo y espeso, aparte de ser el único pie que calza en las zapatillas de la Cenicienta, no rinde tanto gasolina como asfalto y diésel. Éste último reviste una fundamental importancia para la economía nacional gringa en materia de logística y carga pesada. De manera que el gobernante gringo debe de vivir a diario ese espanto imaginario de tener que arrodillarse en algún momento ante la patria de Simón Bolívar para obtener el oxígeno de su industria. ¡Ya lo hizo Donald Trump a principios de año cuando comisionó a su enviado especial para mendigar cacao en Caracas!
Para rematar, el cuadro estadístico de los Estados Unidos es aterrador: es el mayor productor de petróleo del planeta (13,3 millones de bpd) y a la vez el mayor consumidor (20,2 millones de bpd), no dándose abasto en su gula para sí mismos. Semejante déficit puede conducirlos a una quiebra per se, a una guerra contra Venezuela que perdería en todos los escenarios o al vergonzoso arrodillamiento de la gran potencia ante el país pequeño. Debe escoger su mejor muerte.

jueves, 25 de diciembre de 2025

Nuevamente, el peligro alemán pugna por desatarse contra la humanidad.

Los alemanes fueron parte de aquellos bárbaros que descompusieron al imperio romano. "Alamanes" primero, creían en árboles, eran caóticos y su nombre significa originalmente "todos los hombres" en el argot germánico, lo cual denota un sentido de cosmicidad en cuanto diversidad de tribus unidas o amontonadas para efectos bélicos.
Bárbaros inicialmente a oídos grecorromanos y salvajes después a criterio del civilizado romano, estos antiguos creyentes en Odín estremecieron al imperio de entonces durante los siglos III y IV d.C. Es un clisé la aseveración de que tuvieron incidencia en la caída del Imperio romano. Bárbaros por hablar una lengua extraña, además de salvajes por vivir fuera de los límites de Roma.
Con el tiempo, lo bárbaro reivindicó su semántica y se convirtió en esa fuerza bruta que trasunta excelencia, innovación, empuje, naturaleza, poder originario. Lo bárbaro, finalmente, trascendió la dispersión tribal y concilió el aporte de diferentes pueblos germánicos para fundar ese gran país llamado Alemania (entre otros), hoy líder económico y político de Europa. Como si se dijera que domesticaron su agreste naturaleza para protagonizar un rol civilizatorio.
Pero de tanto en tanto se ha escapado el jabalí y la nación alemana ha regresado al escondrijo oscuro de la selva, fuera de la senda, dígase, del espíritu cultivado romano. Así, emblemáticamente, generó las peores guerras para la especie humana, siendo la Segunda Guerra Mundial una suerte de cúspide irrepetible del horror (nazismo, apartheid, genocidio, totalitarismo, ultranacionalismo, antisemitismo, racismo, fascismo, etc.).
Por tales perlas de sangre, la nación alemana fue sujetada con cinchas, mordazas y gríngolas después de esa segunda guerra, como si se tratara de controlar al salvaje de las profundidades. En consecuencia, mientras pagaba crímenes de guerra, fue desmilitarizada, restringida en su ejército y soberanía, prohibiéndosele el desarrollo de armas nucleares, químicas y biológicas, muchas de tales restricciones vigentes hasta hoy.
Hoy Alemania intenta romper sus ataduras para, nuevamente, echar a volar al bárbaro. Desde su posición de liderazgo económico, chantajea a la decadente Unión Europea (UE) para leerle el cuento de la amenaza rusa y llevarla a una guerra mediante la perpetuación del sitio en Ucrania. Su propósito es lograr un rearme militar sin tapujos para enfrentar al presunto enemigo.
Para tales fines, astutamente descalifica y cuestiona el liderazgo de los Estados Unidos para así quedarse a solas con la vieja Europa entre las sombras y manipularla a su antojo.
 


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